Vive el presente, no el futuro.

Vive el presente, no el futuro. No esperes a que llegue mañana, disfruta de lo que tienes hoy.

5/12/2012

Acorralada 18

 Frustrada me dejé caer en el sofá y enterré mi cara entre mis manos nuevamente mientras respiraba lenta y profundamente. Tantas cosas. Tantas vueltas a mi cabeza. ¡No podía descansar! ¡Maldita sea! Ya no sabía si estaba enfadada de verdad por la situación, confusa o atemorizada. Pero ahora mismo lo que sentía era rabia. Rabia hacia aquella noche. Rabia hacia mí misma por ello. Rabia por el chico ese que no se merecía ni que le llamase así. Rabia porque no me dejaba seguir con mi vida. Rabia porque me amenazaba. Rabia, rabia y más rabia.
 Traté de tranquilizarme. "Tranquila, tranquila, tranquila......."repetí una y otra vez en voz alta como un pequeño aliento, un pequeño apoyo. Y en ese mismo instante, a estas altas horas de la noche, sonó mi timbre. Giré la cara inmediatamente hacia la puerta mientras mi corazón se saltaba una pulsación. Entrecerré los ojos, desconfiada. No iba a abrir. No lo iba a hacer. A estas horas nadie podría esperar que lo recibiera en mi casa. Nadie. Además, ¿y si.....no era nadie conocido? ¿Y si era otra persona? ¿Esa que se había quedado mi cartera? ¿Y si.....?
 Aporrearon la puerta con el puño desesperadamente y entonces supe que no podía ser ese. Supe, que era alguien conocido. Escuchaba mi nombre entre una voz conocida, amortiguado por los golpes que daba contra mi puerta. Solté aire.
 Llegué a la puerta y la abrí tranquilamente, despacio, normal, dejando que los sentimientos de hacía unos segundos se evaporasen. Y allí lo vi.
 Su boca se abrió en una mueca sorprendida al ver que estaba en el apartamento y entonces supe que él creía en la posibilidad de que yo no estuviera en casa. Y me dio curiosidad el saber que estaba pensando exactamente. Los ojos que se ocultaban tras sus gafas me miraban atentamente. Primero preocupados, luego, aliviados.
 Sonreí con ojos cansados, esperando a que él hablara primero. Carraspeó suavemente y se subió las gafas con el dedo índice. Bajo la mirada al suelo y después volvió a mirarme.
  -¿Estás bien? He oído mucho ruido y....--se interrumpió a sí mismo, dejando las palabras en el aire, la frase a medio formar. Pero lo entendía. No era tan difícil.Volví a sonreír mientras hablaba.
  -Sí, es solo que.....me sentía un poco frustrada y...bueno lo he pagado con la casa.--reí para relajar el ambiente, quitándole hierro al asunto.
 Roberto no se atrevía a mirarme directamente a los ojos. Los suyos se perdían por toda mi cara menos en mis ojos. Sonrió nervioso.
  -Me alegro.--me miró a los ojos después de decir eso y yo no supe como tomarmelo. ¿Se refería a que se alegraba de que yo estuviera frustada?--Bueno...me refiero....yo no es que me alegre. A ver yo....me alegro pero no de que estés frustrada. Yo....me refiero a que es un alivio de que no te haya sucedido nada. Yo pensaba que había ocurrido algo. Por eso he venido. Pero ya veo que no era nada malo, supongo. Bueno...y...y yo no quería molestar....
  -Rober.--lo interumpí un poquito más feliz--Tranquilo. Lo entiendo.--reí suavemente y él me sonrió.
 Fue entonces cuando se me ocurrió una idea. Me gustaba y me emocionaba, pero me daba inseguridad por el hecho de que yo misma me decepcionase. Aunque.....
  -Oye....¿quieres pasar a ver una película? No me vendría mal un poquito de compañía.
 Vi como las mejillas de Roberto se sonrojaban y sus ojos se abrían de par en par, para después acabar formando una dulce sonrisa. Asintió con la cabeza.
  -Me parece estupendo. Si no te importa que sea tarde, claro.
 Me encongí de hombros y dejé que pasara, sin antes darme cuenta de que el alboroto que había formado en el salón todavía seguía allí. Cerré la puerta rápidamente y me precipité hacia el salón volando, sin que se notara mucho. Tampoco estaba tan lejos de la puerta pero había que dar un par de pasos antes de llegar.
 Vi como Roberto se detuvo al llegar frente al sillón y lo miré por el rabillo del ojo mientras recogía las cosas del suelo y las volvía a poner en su sitio. Él lo examinaba todo con detalle, como si de verdad hubiera ocurrido sus más oscuras sospechas y no simplemente lo que me había limitado a contarle yo.
 Se agachó junto a mí. Él ya estaba en pijama. Realmente estaba tan mono.....que me paré a examinarlo de arriba abajo sin darme cuenta. Tenía entre mis manos el móvil y unas cuantas revistas que habían estado hasta ahora en la mesa.
 Llevaba puesto unos pantalones largos de tela fina a cuadros en tonos verdosos y una camisa de manga hueca en color negro que se adhería a su torso. Roberto no era de complexión musculosa, pero tenía su propio encanto y un cuerpo que jamás había sospechado que tuviese tan moldeado bajo sus trajes de chaqueta y corbatas. Estaba tan embobada mirándolo que no me había dado cuenta de que me hablaba.
  -¿Ocurre algo?--volvió a preguntar un poco azorado y yo volví a la realidad. Bajé de las nubes y reparé en las revistas y el móvil que tenía en las manos. Lo dejé sobre la mesa y antes de volver a agacharme observé que todo estaba ya recogido. Mis mejillas se sonrojaron al estar siendo escrutada por la mirada de Roberto quién esperaba una respuesta por mi parte.
  -No. Simplemente que me han gustado tus pantalones. Yo tengo unos iguales, pero en rojos.
 Reí en voz alta al darme cuenta de que eso que había dicho era verdad. Yo tenía unos iguales pero en rojos.