Vive el presente, no el futuro.

Vive el presente, no el futuro. No esperes a que llegue mañana, disfruta de lo que tienes hoy.

10/13/2012

Acorralada 20

 Abrí los ojos lentamente, sintiendo algo blandito bajo mi cabeza. Me sentía un poco dolorida por la falta de movimiento al dormir. Pasar toda una noche en la misma posición terminaba por acartonarme. Me acosté boca arriba, todavía con los ojos cerrados y suspiré. Empecé a notar una sensación de dolor en la espalda pero que a la vez me aliviaba. Y gemí. No quería levantarme. Aún no. Quería volver a dormir un par de horas más aunque después me arrenpitiera. Al menos tendría más energías con las que aprovechar el resto del día. Sonreí de placer. Si había algo más blandito y suave que una almohada aún no conocía su existencia. Acaricié la almohada con la cara suavemente y me sentí feliz.
 Dejé que mi consciencia se fuera yendo lentamente al mundo de los sueños, regresando a él. Y entonces sentí que mi cama se removía. No. Mi cama, no. Mi cabeza. El corazón comenzó a latirme más deprisa como si acabaras de despertarte después de una terrible pesadilla y abrí los ojos.
Encima de mí había un techo beige y justo encima de mis ojos había colgado unos focos de luz. ¿Luz? No se correspondía con la distribución de mi habitación. Giré la cabeza un poco hacia la izquierda y me encontré con la mirada curiosa, rojiza y achinada de alguien que se acababa de despertar. Roberto me sonrió. Y no pude hacer otra cosa que mirarlo con los ojos desórbitados. Miré hacia abajo y vi mi cuerpo acostado sobre el sofá  y por consiguiente mi cabeza estaba sobre sus muslos y justo en la cima de mi cabeza sentía el bulto del chico entre las piernas. Me sonrojé.
 Entonces toda la noche anterior me vino a la cabeza como un relámpago, recordándolo todo. Después de haber terminado la película cogimos una botella de vino y comida de picoteo. Pero una botella se convirtieron más tarde en dos y tres y cuatro también.....Y la comida pasó a un segundo plano. Debí de haberme dormido mientras él se entretuvo buscando el botón para apagar la televisión y tener más tranquilidad a la hora de hablar. Y debía admitir que el tema de las penas que habíamos tenido en nuestras relaciones no era algo agradable de tratar. Sobre todo al oírlo hablar a él. Aunque solo me hablase de una chica, su última chica, la que yo había llegado a conocer, no pude evitar sentirme celosa. Por él, por cómo era. Y entonces supe claramente que me gustaba. No era amor. No estaba enamorada. Pero me gustaba. Últimamente pasaba mucho tiempo con él y su persona me atraía.
 Lo vi observarme con una mirada cálida y no pude evitar volver a sonrojarme. Me levanté precipitadamente, sentándome a un par de manos lejos de él. Entonces él aprovechó para estirarse y no pude evitar pensar que quizás le hubiera obligado a quedarse por no poder desprenderse de mí y esa idea me atormentó. Y se reflejó en mi rostro la preocupación.
   -Roberto.....--comencé a decir vacilante--...perdona. Por quedarme dormida sobre ti. Seguramente te habrías ido a casa de no ser por mí.
 Me obligué a cerrar la boca. Con pedirle perdón había sido suficiente. No debía enrrollarme. Pero no pude evitarlo. Él me miró extrañado bajo sus gafas y sus mejillas tomaron un color cálido rosado.
  -No te preocupes. Ha estado bien.--y volvió a sonreír.
 ¿Ha estado bien? ¿Que quería decir con eso? ¿Que le había gustado la "velada" improvisada? ¿O que le había gustado dormir aquí, conmigo? Seguramente se refería a tener algo de compañía y no estar solo en su casa. Seguro que era eso.  Porque.....¿por qué le iba a gustar estar dormir conmigo? Su ex-novia era mucho más agraciada, casi, solo casi, podría trabajar de modelo profesional si se lo proponía. Era hermosa. De eso no había duda. Pero ella no le quería y ya hacía tiempo desde que había aparecido en su vida.
  -Vamos, Jess.--dijo repentinamente sacánome de mis pensamientos. Se levantó de un ímpetu del sofá y agarrándome de las manos tiró de mí para levantarme.
   -¿Vamos? ¿A dónde?--pregunté confusa y me salió hoyuelito entre las cejas al juntarlas.
   -Vístete y vayamos a desayunar por ahí.--respondió con un tono bromista y enérgico.--Si quieres....--añadió más tarde al ver que yo no respondía. Dirigí mi mirada a sus ojos y a través de sus gafas pude ver alegría en los suyos. Seguramente era porque se le había ocurrido una idea y deseaba llevarla a cabo como le sucedían a los niños pequeños cuando se les metía una idea en la cabeza.
   -Vamos.
  Me levanté del sillón y tanto él como yo nos fuimos a cambiar, para dentro de unos segundos volver a estar juntos. Presentía que iba a ser un día tranquilo, divertido. Un día gustoso dentro de una época de mi vida desastrosa.