Vive el presente, no el futuro.

Vive el presente, no el futuro. No esperes a que llegue mañana, disfruta de lo que tienes hoy.

12/29/2012

Acorralada 21

  -Vamos, Jess......estás espantando a los clientes. Reprime tu mal humor para después.--comentó nuevamente la encargada de la tienda.
  No podía creerme mi mala suerte. Había pasado un espléndido aunque corto fin de semana. Roberto se había convertido en mi ancla salvavidas por este tiempo. Habíamos pasado prácticamente todo el fin de semana juntos. No me había dejado sola ni un solo minuto a excepción de por la noche para dormir y los minutos en los que tardaba en vestirme. Y había descubierto que junto a él, a pesar de mis problemas, éstos se esfumaban y me hacía sentir bien. Más que bien, me hacía sentir viva y segura después de mucho tiempo. Pero tras comenzar de nuevo la rutina, mi mal humor había ido creciendo de mal en peor. Era una estupidez decir que ahora sin él no me sentía de buen humor. Pero así lo sentía en esos momentos por la tarde mientras trabajaba. Razón por la cual la encargada ya me había llamado la atención varias veces en pocos segundos seguidos en lo que llevábamos de tarde. Por mi mala conducta con los clientes como ya me había dicho, por tratarlos irrespetuosamente. Pero es que, los clientes cuando querían se convertían en alfileres pegados a la suela del zapato y resultaban de lo más molestos por sus interminable y estúpidas preguntas que repetían una y otra y otra vez y hasta que no se la respondía por décima vez no se daban por enterados. Y ese día, yo, no estaba de humor para aguantarlos. Mucho menos para trabajar.
  En una tienda como la que yo trabajaba tenía mucho tiempo libre para pensar y solo se me venían cosas horribles a la cabeza a parte de rememorar el maravilloso fin de semana. Pero es que también, al empezar la semana tuve que hacer frente a la realidad. Anulé mis tarjetas de créditos perdidas durante la persecución y aún faltaban varios días para que las nuevas reemplazaran las perdidas. En cuanto al asunto del DNI.....eso era otro caso completamente distinto. Aún no había denunciado la desaparición de mi DNI lo cual aún no tenía uno nuevo. Pero eso implicaba ir a la comisaría central de la cuidad y allí no solo se encargaban de los documentos de identificación, de los DNI o los pasaportes, sino que también se desarrollaban las investigaciones locales de menores grados o incluso alguna que otra excepción como lo era la mía. Y sabía que allí trabajaba el poli que me había atendido durante mi pequeño "accidente" de hacía meses. Encontrarnos suponía un breve e improvisado interrogatorio, si es que aún se acordaba de mí. Pero lo dudaba. la cuestión era que me daba demasiado miedo enfrentarme a la situación. Ya ni soportaba ver a los policías merodeando a mi alrededor aunque fuera solo de paso. ¿Significaba eso que me había convertido en cómplice? Porque sin duda, si no tenía nada que ocultar ni era culpable de nada no debería sentir miedo.....
  -¿Jess? ¿Jess? ¿¡¡Jessica!!?--gritó la encargada fuertemente tanto que mis compañeras, que se encontraban en la otra punta de la tienda desviaron las miradas hacia nosotras curiosas. Puede que incluso sorprendidas. Al igual que lo estaba yo al darme cuenta de que me llamaba. Le presté atención a Marina y vi sus pupilas ligeramente dilatadas junto con sus cejas fruncida en una mueca enfadada.
   -Me has hartado por hoy.--declaró y entonces fue cuando me di cuenta de la cruda realidad y de la verdad de lo que significaban sus palabras. Podría despedirme.--Recoge tus cosas, márchate a casa y haz lo que tengas que hacer para arreglar los problemas que tengas. Mañana te quiero sin falta y ¡de buen humor!--gritó antes de alejarse completamente de mí hacia el mostrador para contar el dinero de las ventas de hoy.
   Por el contrario, yo recogí mis cosas y desaparecí veloz antes de que cambiara de opinión y me dijera que volviera al trabajo. Marina en el fondo era una buena persona y me lo estaba demostrando al dejarme marchar para "arreglar mis problemas". Era la más mayor de todas mis compañeras y sabía que me veía como a una niña. Y pensando en ella supe que tenía razón. No podía posponer más el asunto de mi documentación. Me arriesgaba demasiado al conducir sin mi documentación. ¡Incluso mi carnet de conducir había desaparecido! Reí en voz alta mientras entraba en el coche con la intención de dirigirme al centro de la ciudad. Y varias personas que pasaron cerca de mí se me quedaron mirando como si estuviese loca. "Posiblemente tengan razón" pensé.

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