Vive el presente, no el futuro.

Vive el presente, no el futuro. No esperes a que llegue mañana, disfruta de lo que tienes hoy.

3/28/2012

Acorralada 16

 No. No podía ser. Esos....esos chicos......No. No eran chiquillajes. No lo eran. Eran chicos grandecitos. Chicos con la edad suficiente para trabajar, para estar en la universidad o incluso más. Eran chicos malos. Malos. Malos por su comportamiento de niñatos. Pero mis ojos solo se centraron en uno. En uno solo. No en el que estaba detrás de mí. Justo en el mismo número de butaca que yo pero en una fila más. No. Mis ojos se desviaron hacia su compañero. Permanecía impasible con su cuerpo relajado pero sin bajar la guardia. ¡Estabamos en una película! Y ese.....parecía que esperaba a que Johnny Blaze lanzara sus cadenas contra él para obtener lo que quería: pelea.  Pero lo había reconocido. Mis manos comenzaron a temblar ligeramente y comencé a sudar más de lo que estaba. Él me miró, notando mi mirada fija en la suya. Pasaron unos segundos y entonces sus cejas se fruncieron, alertas, sitiéndose amenazado. Yo fui una chica lista y giré la cara rápidamente hacia su compañero, el que tenía el mismo número de butaca que yo, sin que se me notara extraña. El chico me miraba ahora divertido, con una pequeña sonrisilla dibujándosele en el rostro. Señalé sus pies con mis temblorosas manos e hice todo el esfuerzo del mundo para que no se me notara. Lo miré con rabia, rabia contenida. No podía joderme. Ahora si que no. No lo iba a permitir.
   -Mantenlos en el suelo o te los romperé. ¿Queda claro?--bramé enfurecida. Pero yo sabía que no era más que una actuación. No estaba enfadada estaba asustada.
 El chico no dijo nada más. Bajó los pies, azorado. No se había esperado esa reacción. No. Había creído que sería más amable, para así él poder replicar y divertirse conmigo, pero no se iba a divertir. Conmigo no.
 Volví a sentarme correctamente. Mirando la pantalla mientras sentía una mirada clavada en mi espalda.
 En mi película. En mi cine. En este centro comercial. En el mismo lugar. ¡Yo no había ido al centro comercial en el que trabajaba porque no me gustaba que todos me conocieran! Siempre había venido a este a ver las películas. A verlas en este cine yelmo. "Tengo que salir de aquí." "¡Tengo que salir de aquí!"
 Agarré mi bolso con fuerza y dejando la película sin terminar bajé las escaleras rápidamente y salí de la sala, sintiéndome claustrofóbica, observada y nerviosa. Todo me daba vueltas. Mi cabeza viajaba entre la realidad y la inconsciencia y mi estómago amenazaba con expulsar la comida que había comido hacía poco.
 Empujé la puerta de la sala. Fuera de ésta el mundo parecía mucho más brillante y ruidoso. Casi irreal. Me tambaleé confusa hacia las escaleras mecánicas.
 "Aquí, aquí, aquí, aquí......"murmuraba mientras caminaba. "Aquí, aquí, aquí...."
   -¿Se encuentra bien, señorita?--murmuró una voz desconocida. No estaba caminando. Me había detenido. Una mano reposaba sobre mi brazo impidiéndome avanzar. Seguí con la mirada el recorrido de su mano hasta llegar a su hombro, subiendo por su cuello y hasta llegar a atisbar sus ojos claros, azules. Llevaba el uniforme del cine. Era un empleado.
   -Sí--contesté inintiligiblemente. El chico era alto. Más alto que yo y más delgado.
   -¿Necesita ayuda?
 ¿Ayuda? Acaba de preguntarme si necesito ayuda. Giré la vista inmediatamente hacia atrás. Mi mirada se cruzó inevitablemente con otra ardiente, oscura.
 Permaneció parado un rato, mientras clavaba su mirada en la mía y apretaba su mandíbula. Su mano se metió en el bosillo derecho delantero de sus vaqueros y comenzó a avanzar hacia mí. Volví la mirada hacia el chico que me tenía agarrada.
   -No. Gracias, estoy bien. Solo es un ligero mareo.
 Me solté de él como pude, ante su mirada sorprendida y avancé casi corriendo hacia las escaleras. En ellas había algún que otro grupito de adolescente esperando a que llegara el resto de sus amigos para entrar a ver la película. Lo sabía porque yo también había hecho eso antiguamente. Subí las escaleras corriendo y llegué antes que la pareja que había subido en las escaleras mecánicas. Volví la vista atrás, de nuevo.
 El chico me seguía y estaba subiendo las escaleras corriendo, igual que había hecho yo. Me giré soltando un ligero gemido. Era muy tarde. Y el centro comercial estaba prácticamente vacío excepto en la zona del cine. La otra mitad de él ya tenía hasta las luces apagadas. Me apuré.
 Llegué a la zona oscura del centro comercial y me eché a correr hacia la salida. Las puertas automáticas me resultaban demasiado pequeñas desde donde estaba y pensaba que no se abrirían en cuanto llegase. Detrás de mí, oí el golpeteo de unos zapatos. Cualquiera resonarían en el centro comercial.
 Me imaginé a mi misma llegando a las puertas y que éstas se cerrasen después de pasar yo, para no abrirse más y dejar a mi perseguidor atrapado. Llegué a las puertas y éstas tardaron en abrirse. Nada comparado con mi ensoñación. Salí al fin del centro comercial y seguí corriendo. Mi respiración se estaba volviendo irregular y el pecho comenzaba a dolerme contra las cotillas. Mirase a donde mirase me sentía prisionera, como si estuviera metida en una enorme bola de cristal y no pudiera moverme.
 Sentí una presión tirando de mi bolso hacia atrás. Lo agarré con fuerzas con las dos manos y me volví a mirar hacia atrás. El chico se lanzó sobre mí, perdí equilibrio y caí al suelo bruscamente.
Mi bolso se abrió, esparciendo parte de mis cosas en el suelo. Intenté girarme pero no pude. El hombro me dolía del golpe y estaba malamente presionado contra el asfalto negro. Aparté mis pelos con un movimiento del cuello, alcé las manos e intenté quitármelo de encima. El chico apoyó ambas manos a ambos lados de mi cuerpo y mientras se levantaba, mirándome atentamente, yo aproveché la oportunidad. Alcé mi pierna derecha y lo empujé hacia atrás con toda la fuerza de la que fui capaz.  Él cayo hacia el suelo, lejos de mí pero no lo suficiente para liberarme de él. Giré mi cuerpo, quedando frente al asfalto negro del aparcamiento y me impulsé con las manos, levantándome del suelo e impulsándome hacia adelante sin soltar mi bolso.
 Las golosinas que tenía guardadas en el bolso habían caído al suelo, pero no las eché de menos. Ni siquiera sabía que más se había caído. No me importaba siquiera. Solo quería escapar. Salir de allí.
 Mi única salida.
 Eché a correr de nuevo hacia mi coche, que ahora lo tenía más cerca que cuando caí al suelo. Mientras me concentraba en correr lo más rápido que podía y con mi boca abierta para poder respirar escuché al chico gritar no demasiado lejos de mí.
   -¡Vuelve aquí!--gritó enfadado.
 Seguí corriendo, pero ahora con más prisas. Llegué al coche, afortunadamente y al recodar donde tenía las llaves me puse a buscarlas frenéticamente, temiendo que se me hubieran caído al suelo. Dejé el bolso en el suelo y me agaché a su lado sin parar de rebuscar. Levanté el estuche de mis gafas de sol y allí estaban. Las cogí sin perder más tiempo y abrí el coche. Me monté dentro con mi bolso y cerré autómaticamente las puertas en el momento en que el chico me daba alcance.
 Arranqué el motor y lo miré a través del parabrisas. Frunció las cejas mientras su mandíbula se contraía de rabia y de la tensión que sentía. Le di un pisotón al acelerador y salí de allí mientras el chico de los ojos oscuros corría tras mi coche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario