Vive el presente, no el futuro.

Vive el presente, no el futuro. No esperes a que llegue mañana, disfruta de lo que tienes hoy.

10/30/2011

Acorralada 8ª

-Eh, Jess ¿te encuentras bien?--murmuró Raquel por encima del alboroto que había en aquel restaurante.
 Un nuevo restaurante. Hoy era el día de su inaguración. Normal que hubiese tanta gente pero seguí pensando como hacía Raquel para enterarse de todas las nuevas inaguración que hubiesen. Si nuevo cine, si un nuevo centro comercial, si un restaurante nuevo.....bla, bla, bla. ¿Quería eso decir que ella era un poco cotilla? "No." respondía automáticamente. No era una cotilla, simplemente una persona curiosa y debido a sus amigos repartidos por todos lados se enteraba de cosas nuevas. Sí, definitivamente eso tenía que ser.
 -¿Jessica?--volvió a murmurar mi nombre.
 Giré la cara automáticamente hacia ella. ¿Me había hablado? No, porque yo la había estado mirando todo el rato y no la había escuchado hablar.
 -¿Eh?
 -Que si estás bien. No me has escuchado nada desde que llegamos......--frunció el ceño, confusa.
 -Ah, sí. Perdona es que estaba distraída por el ambiente--gesticulé con las manos señalando a mi alrededor.
 La comida estaba inacta en mi plato. La de Raquel llegó en ese instante y saludó a la camarera que le sirvió. "Otra más a la que conoce."
 Agarré el tenedor y el cuchillo y empecé a cortar la carne de ternera bien hecha. Odiaba la carne cruda, con sangre. Me parecía una cosa realmente espantosa, asquerosa. Por suerte yo había tenido unos padres que me habían inducido buenos hábitos para la comida.
 Me llevé el trozo de carne a la boca. Tenía una salsa extraña por encima, pero en cuanto me la metía en la boca hubo una explosión de sabores que me derritieron la boca y me la hizo agua. Gemí.
 -Esto está delicioso. Nunca había probado nada como esto.--Raquel me miró con atención y yo, cortando un trozo de carne le llevé el tenedor a su boca y ella mordió la carne.
 Secundó la moción.
 -Sí.....y prueba esto.--me acercó su tenedor. Ella había pedido pescado a la plancha. Tenía un majado por encima que me hizo en la boca lo mismo que la carne.
 -Me encanta este restaurante.--murmuré.
 Ella rió por todo lo alto y varias personas que estaban cerca de nuestra mesa nos miraron con mala cara y otros con curiosidad.
 Ambas nos concentramos en comer por un buen rato y Raquel me miró de vez en cuando, esperando a que dijera algo. Bueno, la verdad es que no sé que esperaba de mí, pero me limité a comer.
 ¿Recuerdas?
 ¿Recuerdas?
 ¿Recuerdas? 
 Me enfadé tanto por el miedo que había crecido nuevamente dentro de mí que tiré el tenedor y el cuchillo sobre la servilleta y me levanté, caminando hacia el baño de las chicas y encerrándome en él.
 No quería que Raquel me viera así. No quería que nadie me viera así.
 Lavé mi cara con agua helada. Una, otra y otra vez. Me la sequé con una toallita rosita que colgaba junto al lavamanos, debajo de las servilletas. Era suave al tacto, de algodón.
 Respiré hondo. Cálmate. Aquello era una broma pesada....."Sí, una broma, una broma, una broma. No es real. ¡No lo es!"
 Volví con Raquel. Ella sí era real. Real y era mi mejor amiga. Mi amiga. Y era magnífica, hermosa. Quise decirle lo mucho que la quería, pero no quería ponerme melodramática delante de ella.
 No sabía ni como encontraba tiempo para mí. Ella estudiaba derecho en la universidad y era una carrera muy, muy dura. Una carrera que te privaba del resto del tiempo, de las horas libres y de los descansos, pero ella encontraba un hueco para ver a su tonta amiga: yo.

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